Jirones de nuestra historia: Heroínas desconocidas

Rita Pérez de Moreno y heroínas desconocidas y olvidadas de nuestra Independencia.
Por: José Luis Jaramillo Vela
Mes de la Patria
Entramos ya al Mes de la Patria y esta columna Jirones de Nuestra Historia, dedicará el mes entero a las Fiestas Patrias; comenzamos con algunas Heroínas olvidadas por la Historia y continuaremos con los símbolos patrios, para conocer y entender un poco más de nuestra esencia y de nuestra mexicanidad.
La Historia no olvida, la hacen olvidar
La Historia en sí misma, registra casi todo y no olvida nada; la Historia Oficial es la que, al ser manejada por los intereses políticos, va sepultando hechos, acciones, protagonistas, héroes y villanos hombres y mujeres, para, dependiendo de las políticas y los intereses de los gobernantes en turno, surgir a la luz o permanecer en los confines del archivo y de la memoria histórica de un país; tal es el caso de un grupo de valientes y heróicas mujeres que sacrificaron hasta su vida y muchas hasta a sus hijos, por hacer de México un país libre de la Corona Española. Porque aparte de Josefa Ortíz de Domínguez y de Leona Vicario, hay muchas otras que han sido desconocidas y olvidadas por la historia oficial. A todas ellas va dedicado este artículo, con el debido respeto, el claro reconocimiento y el máximo honor.
Rita Pérez de Moreno
Nacida María Rita de la Trinidad Pérez Jiménez el 23 de mayo de 1779 en Cañada del Cura (actual San Juan de los Lagos, Jalisco), en los meros Altos de Jalisco; hija del rico hacendado y comerciante José María Máximo Pérez Franco y Sáenz de Vidaurri y de Rafaela Margarita Jiménez de Mendoza y Covarrubias; Rita contrajo nupcias con otro rico hacendado de los Altos de Jalisco, el activista antiespañol Pedro Moreno y González de Hermosillo, quien nació el 18 de enero de 1775 en Santa María de los Lagos (actual Lagos de Moreno, Jalisco), con quien procreó seis hijos.
Ni Rita ni Pedro sufrían de problemas económicos, eran de familias opulentas, sin embargo ambos compartían de un profundo sentir antiespañol, que los hizo abrazar la causa de la Insurgencia y unirse a ella; en 1813 su esposo Pedro Moreno decide irse a tomar las armas y unirse al mercenario español Francisco Xavier Mina, dejando todas sus propiedades y negocios en manos de su familia; Rita decide seguirlo con todo e hijos; las labores de Rita eran las de cocinar para la tropa y curar a los heridos, mientras que sus hijitos recargaban fusiles, rellenaban y cargaban las municiones para fusiles y cañones; así fueron creciendo los hermanos Moreno Pérez.
El horror destroza la familia de Rita Pérez
El 4 de agosto de 1817, se libra la Batalla del Fuerte del Sombrero, las Fuerzas Insurgentes de Pedro Moreno y Francisco Xavier Mina derrotan a las tropas realistas del Mariscal de Campo Pascual Liñán y Espejo, quien a pesar de sus 2,500 hombres y catorce cañones no pudo tomar el Fuerte del Sombrero, teniendo que retirarse del sitio; entonces Moreno y Mina salen a traer más soldados, es cuando el Mariscal Liñán cree que han huido y asalta de nuevo el Fuerte, esta vez logrando tomarlo.
En la batalla, resulta mortalmente herido el joven de quince años Luis Moreno Pérez, muriendo en brazos de Rita su madre mientras lo curaba; Rita, que estaba embarazada de su séptimo hijo, es hecha prisionera junto con sus otros cinco hijos, el Mariscal Liñán le ordena al Capitán Juan de Orrantia interrogar a Rita para saber el paradero de su esposo y de Mina, Rita, que si sabía a donde estaban, se rehúsa a dar información, esto enfureció al desalmado Capitán Orrantia, quien sacó a Rita atada de manos al centro del Fuerte y ordenó violar a su hija María Guadalupe delante de ella, quien a pesar del dolor, del coraje y de la frustración de lo que estaba viendo, no les dio ninguna información; el Capitán Orrantia, fuera de sí la abofeteó, haciéndola caer al piso, para luego levantarla y volverla a abofetear diciéndole: “Ahora quiero que veas esto maldita”, Orrantia hecho ya un energúmeno ordena atar a la muchachita, para luego quemarla viva delante de su madre y hermanos.
Después de tan atroces actos, el Mariscal Liñán ordena a Orrantia trasladar prisionera a Rita Pérez de Moreno y sus hijos a la cárcel de Silao, Guanajuato y el malvado Capitán ordena que Rita y sus hijos vayan a pie, sabiendo el infeliz sujeto que Rita estaba en su séptimo mes de embarazo; en el camino, murió de hambre y de cansancio su hija Prudencia de dos años; llegando a la cárcel de Silao; a los dos días Rita aborta de su embarazo debido a la extenuante caminata; dos meses más tarde muere su hijo Severiano, debido a los malos tratos en la cárcel.
Para terminar de destrozar a su familia, el 27 de octubre de 1817, es asesinado su esposo Pedro Moreno en la Batalla del Venadito, por las fuerzas realistas del implacable y feroz General Félix María Calleja del Rey, quien ordenó al perverso Capitán Orrantia desmembrar el cuerpo de Pedro Moreno y exhibir sus partes como mensaje de escarmiento a la población, la cabeza de Moreno fue clavada en una lanza y exhibida en la cárcel de Silao, con la finalidad de que estuviera a la vista de Rita, su atribulada esposa.
En 1819, el Virrey Juan Ruiz de Apodaca se compadece y ordena la liberación de Rita y las dos hijas que le quedaban, regresando a San Juan de los Lagos, donde ya los realistas les habían despojado de todas sus propiedades y negocios.
Rita Pérez de Moreno en cuerpo y alma a la Insurgencia
Al verse sola y en la calle, Rita Pérez de Moreno y sus dos hijas se enrolaron de lleno en la Guerra de Independencia contra los españoles, y no solo eso, sus actos heroicos entusiasmaron a más mujeres a unirse a la guerra; Rita y sus hijas, lo mismo cocinaban, que atendían heridos, alimentaban caballos o incluso empuñando las armas contra los rea-listas; la gran cantidad de mujeres que se inspiraron en Rita y su tragedia personal y familiar, fueron un factor decisivo que impulsó el triunfo del Movimiento Insurgente en los diferentes puntos del Virreinato para poder consumar la Independencia de México. Una vez derrotados los españoles, Rita Pérez de Moreno, quien toda su vida utilizó con mucho orgullo su nombre de casada, vivió el resto de su vida en San Juan de los Lagos, Jalisco, en donde falleció el 27 de agosto de 1861 a la edad de 82 años.
Gertrudis Bocanegra
María Gertrudis Teodora Bocanegra y Lazo de Mendoza nació en Pátzcuaro, Guayangareo (actual Michoacán), por su posición social, pudo acceder a una buena educación; se casó con el Teniente del Ejército Realista Pedro Advíncula Lazo de la Vega, debido a su amplia cultura y conocimientos, había adquirido simpatías por las teorías libertarias de los franceses Voltaire, Rousseau y Montesquieu, por lo que aunque su esposo era Realista y representaba al Virreinato, ella a escondidas se adhirió al Movimiento Insurgente.
Por su posición social, Gertrudis tenía acceso a los altos niveles del Gobierno Virreinal y por la posición de su esposo en el Ejército Realista conocía de los movimientos militares en varias partes del Virreinato; por estos motivos fue utilizada como espía dentro del gobierno y del ejército, así como “correo” entre Hidalgo, Morelos y los altos jefes de la insurgencia en el Bajío, Michoacán, Aguascalientes, Colima y Jalisco, ayudando con su información a causar severas derrotas al Ejército Realista; en uno de sus informes llevó a una emboscada al Ejército Realista en la que falleció su propio esposo.
Tras este trágico suceso, Gertrudis entregó a su único hijo al Movimiento Insurgente para pelear en el frente, donde murió en combate; el General Félix María Calleja la descubrió como espía y correo, haciéndola prisionera en Pátzcuaro, siendo sometida a terribles torturas, pero Gertrudis nunca soltó información; finalmente, el 10 de octubre de 1817 Calleja ordena sea fusilada en la plaza principal de Pátzcuaro.
La Güera Rodríguez
María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra, mejor conocida como la Güera Rodríguez nació el 20 de noviembre de 1778 en la Ciudad de México, dentro de la alta sociedad novohispana; la Güera era una mujer de una gran belleza y de una enorme fortuna; debido a su espíritu libre, se enredaba con muchos hombres de su posición social, de donde fue obteniendo información valiosa para la insurgencia, aunque su función primordial fue apoyar con recursos económicos para la compra de armas y pertrechos.
Aunque la historia oficial lo maquilla o de plano lo trata de esconder, es algo que se debe de decir y contar, porque fueron hechos reales como lo fue que la Güera Rodríguez utilizaba sus encantos sensuales y sexuales tanto para obtener información, como para zafarse de situaciones embarazosas y peligrosas, pues se cernían sospechas sobre ella de estar apoyando a los insurgentes; la Güera Rodríguez fue amante de virreyes, generales, políticos, empresarios, incluso por su cama pasaron Agustín de Iturbide y hasta Simón Bolívar.
En 1811 la Santa Inquisición acusó de herejía a la Güera Rodríguez y ésta, buscando zafarse de ser descubierta, escribe una carta al General Félix María Calleja solicitando más soldados para la Ciudad de México porque según ella, “podía caer en manos de los insurgentes, los enemigos del Virreinato”; Calleja, todo un zorro militar, hizo pública la carta buscando alguna reacción social, la cual no tardó en llegar, ya que los insurgentes dudaron de la lealtad de la Güera al movimiento, lo que la salvó fue que el Virrey Francisco Javier de Lizana y Beaumont ordenó su destierro.
La Güera Rodríguez fue “exiliada” a Querétaro, un exilio muy blando que sirvió para que los jefes insurgentes ya no dudaran de ella y desde donde continuó apoyando al movimiento. Sus aportes económicos al Movimiento Insurgente fueron invaluables, porque les permitió adquirir grandes cantidades de armamento y artillería, así como municiones y equipamiento militar, también aportó para alimentación de varios grupos de insurgentes. Falleció el 1 de noviembre de 1850 en la Ciudad de México a la edad de 71 años.
Otras heroínas menos recordadas
Además de las tres heroínas arriba mencionadas, estaban también Antonia Nava “La Generala” y Catalina González, quienes en determinado momento se ofrecieron al General Nicolás Bravo ser sacrificadas para servir de alimento a las tropas insurgentes y de las que ya escribí un artículo anteriormente; todas ellas cobraron relevancia e inspiraron a muchas otras valientes mujeres a dejar su heroico esfuerzo en la Guerra de Independencia; a continuación, nombraré a otras mujeres que son poco conocidas pero que hicieron importantes aportes al Movimiento de Independencia:
Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín:- Ella ideó el plan completo para asaltar el Palacio Virreinal en 1811, asesinar al Virrey Francisco Xavier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana, así como al General Félix María Calleja del Rey, de haber puesto en marcha el plan, con eso hubiese bastado para lograr la Independencia, no se habría derramado tanta sangre y se habría logrado la Independencia diez años antes; un clérigo del grupo conspirador los traicionó, avisó del plan al Virrey y a Calleja y fueron todos aprehendidos.
Manuela Medina “La Capitana”:- Participó en nueve combates bajo el mando de José María Morelos, quien le otorgó el grado de Capitán por su valor en la Toma de Acapulco. Murió en pobreza extrema en 1822.
María Luisa Martínez de García Rojas:- Sirvió como correo y enlace insurgente en Michoacán, convirtió en el hazmerreír al General Realista Pedro Celestino Negrete, quien no podía capturarla, hasta el día en que pudo hacerlo le propinó una bestial golpiza, se la llevó a su natal pueblo de Erongarícuaro y la fusiló en la Plaza Principal, en 1817.
Manuela Herrera, “La Benemérita”:- Rica hacendada de Guanajuato que aportó dinero al Movimiento Insurgente; en su Hacienda “El Venadito”, brindó refugio a Pedro Moreno y Francisco Xavier Mina; ante la exigencia de los Generales Félix Calleja y Pascual Liñán de entregarles todo su dinero, ella decidió repartir toda su fortuna entre la población y sus empleados, quemando su hacienda y repartiendo sus tierras, antes que entregarlas a los españoles. Félix María Calleja la persiguió hasta encontrarla y tras infame golpiza, la asesinó de un tiro en la cabeza.
María Teresa Medina y Miranda de la Sota y Riva:- Esta valiente mujer originaria de Naolinco, Veracruz, ayudó como espía y correo insurgente en Xalapa, Veracruz y Córdoba; creó la Junta Gubernativa Americana, que al ser descubierta fue hecha prisionera y enviada a la Ciudad de México, en donde estuvo encerrada ocho años. Por motivos personales y familiares, el Presidente Antonio López de Santa Anna ordenó borrarla por completo de la historia de México, pero la Historia no borra ni a las personas ni a los hechos registrados, son ocultados.
Petra Teruel de Velasco:– Su amistad con Leona Vicario la llevó a unirse al Movimiento Insurgente; utilizó su gran fortuna apoyando la insurgencia en toda la Península de Yucatán, Chiapas y Campeche; financió el escape de cientos de prisioneros insurgentes.
Altagracia Mercado, “La Jefa de Huichapan”:- Esta valiente mujer rompió con todos los esquemas de la presencia femenina en la Guerra de Independencia; ella misma, con sus propios recursos formó, financió, sostuvo y dirigió su propio batallón insurgente, sus soldados le obedecían como si fuera general, porque ella misma generaba con sus acciones ese profundo respeto; el Batallón de Huichapan mantuvo a raya al ejército español en la zona de lo que hoy es el Estado de Hidalgo; la Jefa de Huichapan peleó trece batallas contra los realistas y todas se las ganó, la única que perdió fue la número catorce, y se necesitaron dos generales de primera línea para derrotarla: Félix María Calleja y Pascual Liñán; al ser derrotada y capturada, ofreció su vida a cambio de la libertad de sus soldados capturados; Calleja aceptó y le ordenó a Liñán fusilarla, la orden recayó en el Capitán Juan Orrantia, un militar extremadamente brutal, quien le dice a Calleja que una mujer con esa valentía no debería morir; Calleja la indulta y la envía prisionera a la Ciudad de México.
Ana María de Soto, “La Marina”:– Valerosa mujer española, además de sus actos heroicos, tiene el honor de haber sido la primera mujer en la historia en ser admitida en las fuerzas navales de un país, al haberse incorporado a la Real Armada Española; desembarcó en Tamaulipas junto con Xavier Mina para apoyar en la Guerra de Independencia, como no conocían el terreno, fueron emboscados y acorralados por las tropas realistas del General Brigadier Joaquín de Arredondo y Mioño, quien al tenerlos acorralados, decidió dejarlos morir de hambre y de sed; ella sola se encargó durante varios días se traer agua del río para toda la tropa, bajo las balas enemigas, hasta que pudieron reponerse y salir de ahí derrotando a Arredondo.
Las Once mil Vírgenes:– Las hermanas Felipa, Antonia, Feliciana, María Martina y María Gertrudis Castillo, además de Carmen Camacho, María Francisca Marroquín, Mariana y María Josefa Anaya, Juana Barrera, Luisa Vega, Josefa Navarrete, Josefa Huerta, Juana del Balero, Luisa Martínez, Agustina Robledo, Manuela Niño y su hija María Sánchez, conocidas como “Las Coheteras”, Francisca Altamirano, María Tomasa Estévez y muchas más, que, aunque usted no lo crea, formaban parte de un grupo de mujeres insurgentes que en varias partes del territorio se dedicaban a captar adeptos para el Movimiento Insurgente, por medio de los placeres sexuales, ofrecían su cuerpo y su sexo a cambio de quedar enrolados en el Ejército Insurgente; a todas estas mujeres, la gente, el populacho les llamaba “Las Once Mil Vírgenes”; para ellas ese fue su modo de contribuir al movimiento.
Las olvidadas
Fueron miles de mujeres que se fueron uniendo al Movimiento Insurgente, muchas murieron durante los combates, otras más fueron asesinadas, a algunas se les concedió la gracia de ser fusiladas, pero le gran mayoría fueron hechas prisioneras; ante el creciente número de mujeres insurgentes, el Virrey Francisco Xavier Venegas ordena construir un centro carcelario para mujeres en Silao, Guanajuato, con el fin de encerrar ahí a todas las mujeres hechas prisioneras en combate, a dicha prisión femenil se le llamó “La Casa de las Recogidas”.
En esta cárcel de mujeres, por supuesto que las mujeres insurgentes eran maltratadas, golpeadas y mal alimentadas; ahí murieron muchas, otras sobrevivieron para cumplir su sentencia y obtener su libertad, a otras les tocó la consumación de la Independencia, que trajo consigo el cierre de la cárcel, quedando todas ellas en completa libertad; a todas las valientes mujeres que tuvieron la desgracia de caer ahí, a todas, vivas y muertas les fueron retirados todos los cargos y borrados sus antecedentes penales. El hecho más trágico de “La Casa de las Recogidas”, se dio en 1818, cuando el ahora Virrey Félix María Calleja, antes de ser llamado para regresar a España, ordena el fusilamiento de trescientas mujeres insurgentes ahí recluidas.
Ya sea como conspiradoras, fundadoras e ideólogas de la insurgencia, ya sea como lideresas de grupos sociales o ya sea como parte de las miles de “las olvidadas” que cayeron en el anonimato, la participación de todas estas valerosas mexicanas fue pilar fundamental en la Guerra de Independencia, su presencia refrescó, reavivó y levantó los ánimos y el deseo de lucha de toda la causa insurgente y fueron el motor para lograr la Independencia de México. No se necesita estar inscrita en letras de oro en algún recinto legislativo, ni estar su nombre en grandes obras históricas, ni tener monumentos; porque al final, brillan bajo un solo nombre: Heroinas de la Independencia de México. Honor y Respeto a todas ellas. ¡¡Y que Viva México!!
Referencias Bibliográficas:
+ cndh.org.mx
+ congresoweb.congresojal.gob.mx
+ oeinm.org
+ corteidh.or.cr
+ laopinion.com
+ mujeresenmovimiento.mx
+ Instagram.com
+ mujeres.expansion.mx
+ enciclopedia.comprezi.com
+ infobae.com
+ es.wikipedia.org