Violencia y salud mental en las aulas: una crisis que exige atención integral
Amenazas, ansiedad y abandono institucional: las escuelas mexicanas enfrentan una creciente crisis emocional entre sus estudiantes

La reciente detención de un estudiante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), tras publicar amenazas en redes sociales, ha reactivado el debate sobre el vínculo entre salud mental y violencia en espacios educativos en México. Lejos de ser casos aislados, los episodios de agresión en planteles escolares y universitarios reflejan una creciente crisis emocional entre jóvenes, cada vez más evidente y urgente.
Aumento de trastornos emocionales en jóvenes
Entre 2021 y 2024, los diagnósticos de ansiedad, depresión y trastornos conductuales en personas de entre 15 y 24 años aumentaron un 35%, según la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM). Esta población —que coincide con estudiantes de nivel medio superior y superior— enfrenta factores de estrés acumulados: efectos de la pandemia, violencia comunitaria, crisis económica y presión académica.
Datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE) revelan que solo en los primeros ocho meses de 2025 se registraron más de 127 mil casos de ansiedad y depresión en ese rango de edad, lo que representa un incremento del 14% respecto al mismo periodo del año anterior.
Entornos escolares bajo amenaza
El caso de la BUAP no es aislado. En septiembre, el asesinato de un alumno en el CCH Sur de la UNAM provocó protestas, denuncias por acoso sexual, amenazas en redes sociales y una revisión de los protocolos institucionales. Estos incidentes ponen en duda la seguridad tradicionalmente atribuida a los espacios educativos.
“La violencia no surge de la nada. Hay señales previas que deben ser detectadas y atendidas”, advierte la Dra. Rosario Hevia, psicóloga educativa de la UNAM. Sin embargo, una encuesta de la Red ProJuventudes aplicada a 1,200 estudiantes reveló que solo el 12% ha accedido a servicios de salud mental institucional. La mayoría desconoce su existencia o los considera inaccesibles, burocráticos o estigmatizantes.
Respuestas institucionales: entre esfuerzos y rezagos
Tras la tragedia en CCH Sur, la UNAM anunció un plan integral de atención psicoemocional que incluye brigadas de psicología, líneas de denuncia y capacitación en primeros auxilios emocionales para docentes. No obstante, su implementación ha sido parcial y enfrenta resistencias internas.
En contraste, universidades privadas como el ITESO (Guadalajara) y la UDEM (Monterrey) han sido reconocidas por sus programas de acompañamiento emocional, que incluyen acceso directo a terapeutas, círculos de escucha, talleres de manejo emocional y monitoreo de redes internas para identificar señales de alerta.
La UNAM destinó en 2025 un presupuesto de 42 millones de pesos para fortalecer sus programas de salud mental y prevención de violencia de género, según su más reciente Informe de Responsabilidad Social Universitaria. Aun así, especialistas advierten que la cobertura es insuficiente para atender a una matrícula superior a 370 mil estudiantes.
Redes sociales: el nuevo escenario del conflicto
El estudiante detenido en la BUAP fue puesto a disposición del Ministerio Público bajo protocolo de riesgo inminente, tras difundir amenazas en la red social X (antes Twitter). Este tipo de incidentes ha expuesto el papel ambiguo de las redes sociales, tanto como escape emocional como canal de expresiones violentas.
El informe “Juventudes Digitales 2024”, del Observatorio Mexicano de Tecnologías Sociales, indica que el 68% de los jóvenes que publicaron amenazas en línea presentaban síntomas de ansiedad severa o depresión no diagnosticada.
Un fenómeno estructural, no individual
Especialistas coinciden en que los jóvenes no requieren únicamente medidas de vigilancia, sino espacios seguros para expresarse. “La solución no es más cámaras, sino más escucha”, resume Hevia.
La violencia escolar también refleja problemáticas más amplias. En regiones marcadas por la violencia comunitaria y la criminalidad organizada, los estudiantes tienden a normalizar el uso de la fuerza como mecanismo para resolver conflictos, según un estudio de la Universidad Iberoamericana.
Además, la dimensión de género es crucial. La violencia simbólica y sexual afecta principalmente a mujeres y disidencias. En CCH Sur, alumnas denunciaron amenazas tras reportar agresiones previas, evidenciando la necesidad urgente de protocolos con enfoque de género.
El costo humano: suicidio juvenil al alza
El INEGI reportó que en 2023 se registraron 1,736 suicidios entre jóvenes de 15 a 29 años, lo que equivale al 32% del total nacional. Las entidades con mayores tasas fueron Chihuahua, Yucatán y Aguascalientes.
Programas como “Plan Vive” en Nuevo León y “Jóvenes en Equilibrio” en la Ciudad de México buscan responder a esta crisis con estrategias de intervención temprana.
Sin embargo, el Informe de Salud Mental Escolar 2025 de la SEP señala que solo el 18% de las universidades públicas del país cuenta con personal especializado de tiempo completo. En la mayoría de los casos, los servicios dependen de estudiantes en prácticas profesionales, limitando su capacidad de respuesta.
¿Un nuevo modelo educativo?
Desde 2023, la UNESCO y la OMS promueven el modelo de “Escuelas Promotoras de Bienestar”, que propone integrar la salud mental como eje transversal en los planes de estudio. México se unió formalmente en 2024, pero su implementación efectiva sigue en fase piloto en 15 universidades.
Algunas instituciones han comenzado a incluir materias optativas de salud mental, aunque estas iniciativas siguen siendo marginales.
Una llamada de atención urgente
Los casos de violencia en universidades mexicanas son apenas la manifestación visible de un problema estructural. Detrás, hay una marea silenciosa de ansiedad, aislamiento y desesperanza.
Especialistas insisten en que la salud mental no puede seguir tratándose como una responsabilidad individual. Se requiere una política pública integral, con presupuestos suficientes, capacitación docente, redes de apoyo familiares y una transformación profunda del sistema educativo.
Mientras tanto, los planteles educativos continúan navegando entre la contención y la crisis, intentando sostenerse en medio de un contexto social cada vez más complejo.