La mujer que lideró a los ‘Caza Gringos’ y logró capturar a 408 pedófilos, violadores y asesinos: la historia de Abigail Esparza Reyes

La comandante Abigail Esparza Reyes falleció el 9 de abril de 2025 durante un operativo conjunto con el Servicio de Marshals de Estados Unidos, cuyo objetivo era detener a un fugitivo considerado de alta peligrosidad.
Según información de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Baja California, Esparza encabezaba el Grupo de Enlace Internacional de la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC). Tenía un hijo y era ampliamente respetada por corporaciones estadounidenses, cuyos elementos acudieron a su funeral para rendir homenaje a su labor y valentía.
A sus 33 años, Esparza contaba con formación especializada en inteligencia transfronteriza y lideraba la unidad mexicana encargada de ubicar y detener a fugitivos estadounidenses en territorio nacional. De acuerdo con una publicación oficial de la FESC, logró 408 detenciones entre Tijuana y Playas de Rosarito durante sus ocho años como jefa de Enlace Internacional, además de tres años previos como agente.
Más allá de su desempeño operativo, “Abi”, como la llamaban sus compañeros, era apreciada tanto dentro de la FESC como por agentes de la Patrulla Fronteriza, US Marshals y policías locales de Estados Unidos. En su honor, dichas corporaciones organizaron una carrera el 17 de mayo en Los Ángeles, California.
Su asesinato desató una ola de indignación dentro y fuera de la corporación. Tras el hecho, se reforzaron de inmediato los protocolos de seguridad y, nueve días después, fue detenido el responsable. Tres meses más tarde, la plataforma Netflix estrenó *Los Gringo Hunters*, cuya primera entrega rindió homenaje a la comandante Esparza.
El operativo que le arrebató la vida
Información proporcionada por la FESC a Infobae México detalla que el operativo del 9 de abril, realizado en el fraccionamiento Barcelona Residencial, estaba catalogado como de alto riesgo. El objetivo era ejecutar una orden de aprehensión contra César Moisés Hernández, quien al notar la presencia policial abrió fuego desde la planta alta de una vivienda con un rifle de alto calibre.
Una de las balas impactó el cuello de la comandante. Aunque fue trasladada de inmediato a un hospital de la Cruz Roja, murió poco después de su ingreso.
Su muerte activó un protocolo binacional de emergencia, que incluyó el uso de tecnología de rastreo y drones en coordinación con autoridades estatales y federales. La fuga del agresor presentó características inusuales: tras disparar, Hernández escapó en ropa interior, tomó una calle privada y logró disfrazarse como trabajador de limpieza urbana. A pesar del cerco policiaco, pasó desapercibido al portar un uniforme fosforescente.
El análisis de videovigilancia permitió establecer que avanzó hacia una zona comercial de la delegación La Mesa, donde abordó un vehículo de transporte público. De acuerdo con las autoridades, utilizó rutas peatonales, terrenos baldíos y casas abandonadas para esconderse durante una semana.
El fugitivo fue finalmente capturado la noche del 17 de abril en un operativo especial en la colonia Lomas del Matamoros, al este de Tijuana. Fue localizado recostado, sin playera, en una vivienda improvisada de madera y lámina. No opuso resistencia.
Quién era el agresor
Hernández se había fugado el 2 de diciembre de 2024 de la custodia del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (CDCR) durante un traslado judicial en la Corte de Delano. Cumplía una sentencia de 25 años a cadena perpetua por el homicidio de un hombre en Los Ángeles en 2018, y acumulaba sanciones por posesión de drogas, fabricación de armas artesanales y consumo de alcohol ilegal en prisión.
Tras su escape, el Gobierno de Estados Unidos emitió una alerta para México, advirtiendo sobre su alta peligrosidad y capacidad de evasión. La ficha enviada a la FESC —a través del área dirigida por Esparza— ofrecía 35 mil dólares de recompensa por información que facilitara su captura.
El caso fue catalogado como prioritario por los llamados “Cazagringos”, lo que reforzó la coordinación directa con agencias estadounidenses. La presión institucional y mediática aceleró la movilización de recursos estatales y federales en Baja California, con seguimiento permanente por parte de la Embajada de Estados Unidos en México.



